El artista visual Sebastián Preece nos invita a sentir y percibir un paisaje interior, vivo, cambiante, en constante transformación, donde la obra (el proceso) se funde con el lugar. Se trata de un galpón deshabitado, amplio, con cerchas de madera y muros de albañilería, ubicado en la comuna de Independencia, al interior de un barrio donde proliferan pequeños jardines frente a casas de fachada continua. Se trata de _Un espacio, lugar de creación e investigación, donde se cruzan la arquitectura con la escultura contemporánea.
Por más de 4 años, Preece ha cuidado y cultivado una obra donde el tiempo se acompasa con el lugar, dejando que la naturaleza realice su trabajo, acorde a sus ciclos. Como un habilitador de espacios, cuyos actos de ocupación se sustentan en limpiar, despejar, quitar partes del techo e instalar aspersores de riego, facilita las condiciones atmosféricas para que surja la vida, haciendo aparecer, con nuevos ojos, cosas tan habituales como unas malezas, pilas de baldosas, ramas secas, cáscaras de plátano, pelotas de fútbol, latas de cerveza, tablitas y ladrillos, junto a fragmentos de obras anteriores, sacos de cemento petrificados, una letrina de lata traída del Estrecho de Magallanes o, simplemente, un perro que pasa.
Así, el espacio vaciado de su función original, se transforma en una escultura de sí misma, donde el entrar, pasear y observar cobran un sentido nuevo. Por costumbre dejamos de ver, y este lugar nos invita, justamente, a dejarnos envolver por un ecosistema donde el tiempo se transforma en clima y el espacio en lentitud. Materias del agua, una poza, un reflejo, vidrios manchados de humedad, piedritas de orillas, botellas plásticas, cristales de vidrio o la presencia de pájaros que anidan y traen semillas del barrio, y todo ello, vivo, por la luz, el aire y la humedad regulada, en una poética de la transformación, donde se encuentran las especies: microorganismos, insectos, pájaros, animales domésticos, plantas silvestres, personas…
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Sebastián de la Fuente
“Las huellas hablan de un tiempo. Desde ahí uno puede empezar a leer, a entender, a darle un terreno a cualquier idea, a solventarla en algo. Yo trabajo con lo que está dado, con las preexistencias. No voy a llegar y decir: voy a construir una obra, a esculpir algo, a crear. Quizás la palabra crear, que me ha dado vuelta harto tiempo estos días, tiene que ver más con criar que con crear, porque todo necesita tiempo. No es solamente la creación de una idea; las ideas se apagan, se terminan, las tenemos todos. El asunto es darle tiempo a las cosas, acompasarse con los lugares.”
“Yo trabajo con los lugares. Cuando entro a un lugar agarro un hilo y me voy por ahí. Mi trabajo tiene que ver con eso, con saber leer lo que existe, y desde ahí, cómo lo que existe, que va a seguir viviendo porque tiene vida propia, y uno, que también tiene vida propia, se juntan. En esa relación casi amorosa, y que tiene que ver con cuidar, con criar, con esperar, con aguantar y con ver cómo las cosas se van resolviendo solas.”
“La idea es mantenerse en ese trote de avanzar, de trance. Cuando uno descubre eso en lo que sea y en lo que haga, es lo más hermoso que hay.”
“Con este trabajo me gradué de arquitecto. Aquí hay algo que es super especial, y que tiene que ver con que no hay programa ni mandante. Este es un lugar para observar, para ir de allá para acá y de acá para allá, para mover una baldosa, una piedra, y vivir así.”
“Me interesa el texto, pero me interesa por esto, porque ahora esto se acaba y se transforma en texto, se transforma en palabras, en cuentos, y eso empieza a distorsionar el trabajo, porque se habla de una sensación y de una experiencia que ya ocurrió.”
“El trabajo no es el objeto, es el método. Creo que al final lo que más se aprecia es cuando uno reconoce o entiende una manera de operar en algo, no lo que se hace, sino cómo lo hace, y desde donde lo hace.” (Sebastián Preece)